21 septiembre 2013

HABLEMOS DE PACIENTES

                 
Ayer tuve que ir al médico. Vivo en una ciudad de unos cien mil habitantes. No es capital de provincia, pero, lógicamente, tenemos de todo.

De todo tipo de servicios y de todo tipo de personas, claro está.


Cuando llegué al Centro de Salud y subí al segundo piso, ya estaba allí una señora de edad, muy bien arreglada, dando vueltas y mareando al resto de personas que esperaban su turno.



En esa sala de espera hay pacientes de tres consultas distintas , de una sala de curas y de otra de enfermería. Todos nos sentamos mezclados, tratando de no perder de vista nuestra puerta.

La sra. preguntó y preguntó hasta que se enteró de que dentro de la consulta a la que debía entrar (la mía, ¡qué casualidad!) ya había una paciente.

Después de mucho pasearse por allí, comentar en voz alta y ponernos de los nervios, nos enteramos de que su cita era a las 12:30, pero había llegado casi media hora antes y... se aburría. Nadie le daba conversación, ni le contestaba porque estamos hartos de ver personas así y no nos gustan ni su actitud ni sus comentarios sobre el mal funcionamiento de la Sanidad.

En ese momento llegó un señor de treinta y tantos años también para mi médico. Era el típico"manojo de nervios" andante, con una prisa enorme y SIN CITA. 
Nada más llegar, se puso a contar en voz alta su situación personal que, por cierto, no nos importaba a nadie; esto es: coche mal aparcado, en el mostrador de abajo le daban cita para el lunes, pero le venía muy mal y él tenía que entrar YA.

La única persona que le contestó fue la sra. estupenda. Le dijo que no salía nadie a llamar, que la situación era inaguantable, que no sabía si llamar a la puerta porque no había derecho, etc, etc.


Yo ya estaba harta, además de por su mala educación, porque hablaban en voz alta tratando de buscar una complicidad que, a todas luces, no tenían. 

Era evidente que molestaban, pero yo, además, tenía fiebre, unas anginas de caballo y estaba casi afónica. 
Con gran esfuerzo por la falta de voz, recordé a la sra. estupenda que dentro había una persona y que el Doctor  C..... siempre sale y llama a varios pacientes para que vayamos entrando por orden.

Como no era lo que querían oír, no lo oyeron y punto. Siguieron realimentandose uno al otro hasta que el sr. se levantó, llamó y, sin esperar respuesta, abrió la puerta de la consulta. Yo, en el último segundo, le pedí que no abriera, pero no hizo caso.

Desde dentro le echaron una corta bronca. Por supuesto, sí había una señora a la que estaban atendiendo. 

Ante el estupor general, no pidió disculpas, solo cerró la puerta y se sentó diciendo que ahora ya sabíamos que había alguien. 




De repente, se volvió hacia mí y me dijo gritando que quién era yo para decirle lo que debía hacer. Que él me respetaba (?) y que yo debía hacer lo mismo (adviértase el contrasentido)




Intenté explicarle, muy seria, que en estas consultas no hay biombos y que si alguien entra mientras te están examinando no es muy agradable que te vean todos desde la sala de espera. Que, desde luego, se puede llamar, pero no abrir y que a cada uno el médico nos atenderá el tiempo que considere oportuno. 


No escuchó más que mi primera frase. Se puso como un energúmeno y cuando le pedí que no gritara porque tenía un dolor de cabeza tremendo me dijo que así nos iba en este país (?)

En ese mismo momento tomó conciencia del silencio glacial que había en la sala de espera y de las miradas que les echaban a los dos y se marchó diciéndole a la sra. estupenda que pediría cita para el lunes porque no estaba dispuesto a perder ni un minuto más.

En total, el sr. no estuvo más de diez minutos en la sala de espera.

Al cabo de un minuto salieron la paciente que estaba dentro y la doctora (mi médico ese día no estaba y fue una pena porque la bronca que le habría echado al sr. que ya se había ido habría sido descomunal. Lo sé porque se lo he visto hacer más de una vez y estoy de acuerdo con sus razones) y nombró a los siguientes pacientes. 

Fue un poema ver la cara de la sra. estupenda cuando oyó dos nombres antes que el suyo, uno de ellos el mío.

Fue aún mejor cuando yo salía y a ella le tocaba entrar y un sr. viejecito le dijo con mucha retranca: "Hala, con la prisa que lleva usted, supongo que será entrar y salir" 

La carcajada fue general. 

Yo miré al sr. y le di las gracias con una sonrisa, porque estaba claro que lo decía por apoyarme y porque ya no me quedaba voz.
El sr. añadió en voz alta: "Hija, teníamos que haber hablado antes cuando el calvo se te encaró, pero no merece la pena con ese tipo de personas y a mí me da miedo porque luego me disgusto y estoy del corazón"

¡Me fui de allí más contenta!


¿Qué ocurre con algunas personas?

¿NO leen los periódicos ni ven la TV?

¿NO han oído hablar de los recortes en Sanidad, en Educación...?



Los profesores hacemos cuanto podemos para suplir las carencias actuales y lo mismo hacen los profesionales de la Sanidad.

Defendamos nuestros derechos frente a personas que solo ven sus derechos y nunca sus deberes, que no tienen educación ni maneras y lo quieren todo ya y sin esfuerzo.

Valoremos el esfuerzo de tantos profesionales que intentan suplir lo que nos van arrebatando con profesionalidad, con ilusión y con dedicación.

Seamos educados y tengamos paciencia.

¿Sabéis lo que pensé cuando el energúmeno gritaba sin escucharme?:
"Pufff, y luego tendré que educar a tus hijos... que no tienen ninguna culpa, pero ven tu ejemplo". 

Por eso, a veces, nos cuesta tanto educar en valores. Primero los niños deben "desaprender" ciertas cosas. 

Este post es para el sr. mayor. Ya sé que él no lo leerá, pero muchos otros sí y a mí me recordó a mi padre. Un señor estupendo que intentó irse de nuestras vidas hoy hace seis años y no lo consiguió.

Gracias, papá, por tantas cosas.
Tú sabes de qué estoy hablando.


¡Sed felices! Hay muy buena gente en el camino.


6 comentarios:

  1. ¿Estás malita? Deseo que no sea nada de importancia y enseguida estés restablecida. Cuídate mucho y si necesitas mimicos, me lo dices. Un millón de besicos para que te pongas buena enseguida

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    1. Muchas gracias por tu apoyo y tus cariñosos deseos.
      No ha sido importante aunque sí muy molesto.
      Sigo guardando a buen recaudo tus besicos,Puri y gracias a ellos se acelerará la curación.
      Bss.

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  2. Ojalá k al maleducado ese le haya tocado esperar una hora. Los hay que van avasallando por donde pasan.
    Bien por el sr. mayor! Bss para ti y educa con paciencia que hay que cambiar el mundo.

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  3. La vida le pondrá en su sitio antes o después.
    Quizás educando bien a sus hijos, sean estos los k algún día le demuestren k así no se pueden hacer las cosas.
    Gracias por comentar, Ana.

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  4. Pagaría por haberlo visto, palabra. Pilar

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    Respuestas
    1. Gracias. Tú sabes k te llevo muy dentro.
      Un abracito.

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Gracias por tu comentario

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