Gatito
Aquella mañana el aire olía diferente.
Gatito olisqueó con cuidado, escuchó atento el canto del riachuelo cercano y decidió que el otoño estaba cerca.
Había mucho que hacer: limpiarse bien las patas, desgastar un poco las uñas para no arañarle el suelo, atusarse el pelo y los bigotes y, una vez bien acicalado, acercarse a la casa grande donde aquella señora tan amable le permitiría pasar las frías noches delante del fuego.
No recordaba cuándo empezó todo. Solo sabía que él vivía libre en el bosque la mitad del año y la otra mitad ella le recibía encantada y le hablaba muy suave cada vez que se acercaba.
No sabía cuánto duraría, pero estaba decidido a aprovechar cada uno de aquellos momentos. Así es cómo les llamaba ella, "Gatito, le decía mirándole a los ojos, la vida se mide en momentos y nadie podrá quitarnos estos". Y él se dormía confiado a su lado.
Imagen: Miperroesúnico.com |
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El tiempo pasado con gatos nunca es tiempo perdido (Sigmund Freud)
¡Qué ternura! Los animalitos se hacen querer.
ResponderEliminarMucho más que algunos humanos. Feliz semana, Marta!
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