La becaria era una bruja
El metro solía ir lleno, pero tuvo suerte. Se sentó, cerró los ojos y empezó a pensar furiosamente. Su jefe le había encargado tanto trabajo que a punto estuvo de convertirlo en caracol pero recordó la promesa que hizo a la Estrella Fugaz. No era justo que por ser becaria y mujer, tuviera que hacer el doble de trabajo que el inútil del sobrino del jefe.
Más tranquila abrió los ojos y miró a la joven que tenía enfrente. Llevaba un perrito entre los brazos y le hablaba tan bajito que los demás no podían oírla.
-"No sé qué vamos a hacer. Nos queda un poco de leche y pan pero mañana ya no tendremos dónde dormir y no encuentro trabajo".
Aradia sonrió feliz; esa noche serían tres a cenar y al día siguiente cambiaría sus vidas, para eso era una bruja. Hablaría con el Mago y la Princesa lo aprobaría.
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*Nunca sabes de verdad quién es tu vecino.
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